Entre la Biblia, que señala a la vid y el vino en centenares de fragmentos y de cuyo comunión principal es parte, y el Noble Corán que específicamente lo prohíbe, el antiguo cultivo y la reconfortante bebida, han pasado por las dificultades del calvario.
Por ejemplo en el Líbano la vinificación es buen negocio. Mueve más de 7 millones de botellas cada año. Ha tenido éxito en el diverso espectro del Líbano, así donde los cristianos coexisten con los musulmanes en el Líbano, hay una cultura milenaria del vino.
No obstante, los lagares libaneses, con sus técnicas inspiradas en Francia, han alcanzado alto grado dentro de la fabricación. Creando las mezclas complejas de uvas, fusionando las importaciones con variedades libanesas autóctonas, como el Obaideh y el Merwah en los vinos blancos de “Chateau Musar” y sus cosechas aparecen comercializadas alrededor del mundo, y restaurantes como “Cyrus” en Healdsburg.
“Ramzi Ghosn”, Winemaker de Massaya, dice que hubo un tiempo donde no podían trabajar por los bombardeos, pero quieren que el Líbano se conozca también por sus vinos y no solo por la violencia de la guerra.
Líbano es uno de los más antiguos centros de la elaboración de vinos en el globo. Los envases de vino libanés fueron encontrados en las tumbas de los faraones; y muchos Winemakers dicen que tambien en el templete romano de “Bakhos”, que está en el valle de Bekaa, se trata de las famosas ruinas de Baalbek, el cual fue inicialmente un templo fenicio para honrar a BAAL (un Dios fenicio), sobre el cual luego los romanos edificaron su templo para “Bakhos”, el cual existe aún como destino turístico por excelencia en el valle de Bekaa (localidad Baalbek).
La industria innovadora empezó en 1857, cuando un grupo de monjes jesuitas fundaron el “Chateau Ksara” en el Bekaa, la tierra fértil entre el Líbano y la frontera siria. Por casi un siglo y medio, tres viñedos dominaron el mercado: Ksara; Musar, fundado en 1930; y Kefraya, que abrió su primer viñedo en 1951.
Entre conflictos, los lagares prosperaron, pero siendo vinos muy buenos, en el exterior hay resistencia y muchas dudas por comprar un producto para venderlo, sin tener la seguridad que este le será entregado.
Ahora, muchos de los Winemakers de Líbano tienen un objetivo: ”¡La meta es exportar!”. “Ghosn”, de Massaya, explica: “El mercado interior está mejorando; las ventas han triplicado desde que comenzamos (en 1999). El consumidor sabe que el vino es bueno para su salud, y están comprando más.”
Los libaneses buscan inversores. Pero saben que solo la paz podrá garantizarles buenos negocios.
La diáspora libanesa en Venezuela y a todos aquellos cedros que se encuentra alrededor del mundo, nosotros los hijos de libaneses que bien sabemos degustar un buen vino, hacemos un llamado a todo aquellos paisanos de la patria amada Líbano a apoyar este mercado a exportar el vino de nuestra patria, que el cedro no se seque y que el Líbano prospere, recuerda; con una pequeña acción de parte de cada quien, seremos más grandes.
Por Julian J Rugeles Karam
UCLV – Caracas
@LibanoCultural – @Julian2003